Entre todas las especies marinas que habitan las aguas del archipiélago, el calderón tropical (Globicephala macrorhynchus) ocupa un lugar muy especial. Su presencia majestuosa y su carácter sereno lo han convertido en uno de los símbolos del avistamiento de cetáceos en Tenerife, donde se encuentra una de las pocas poblaciones residentes estables del mundo.
A menudo se le llama “el gigante tranquilo de Canarias” por su tamaño imponente y su naturaleza pacífica. Observar a estos animales en libertad es una experiencia inolvidable que refleja la fuerza y la armonía del océano Atlántico.
Un residente permanente en las aguas de Tenerife
A diferencia de muchas especies migratorias, el calderón tropical vive todo el año en las aguas profundas situadas entre Tenerife y La Gomera. Esta zona ofrece las condiciones ideales para su supervivencia: corrientes ricas en alimento, una profundidad superior a los 2.000 metros y un entorno marino relativamente estable.
Los grupos, formados por entre 10 y 30 individuos, están liderados por una hembra adulta y suelen mantener lazos familiares muy estrechos. Son animales altamente sociales, que cooperan entre sí para cazar, cuidar a las crías y comunicarse mediante un complejo sistema de sonidos.
Un delfín de gran tamaño y carácter apacible
Aunque muchos lo confunden con una ballena por su aspecto robusto, el calderón tropical pertenece en realidad a la familia de los delfínidos. Puede alcanzar hasta 6 metros de longitud y pesar más de 2 toneladas, lo que lo convierte en uno de los delfines más grandes del planeta.
Su cuerpo es de un gris oscuro casi negro, con una cabeza redondeada sin pico definido. Esta forma distintiva, junto con su manera pausada de nadar, lo hace fácil de reconocer durante las excursiones de avistamiento.
A menudo se les ve descansando en grupo en la superficie, alineados y casi inmóviles, antes de sumergirse de nuevo en las profundidades para alimentarse de calamares y peces de gran tamaño.
Un ejemplo de convivencia pacífica con el ser humano
El calderón tropical es una especie curiosa y tranquila, que suele tolerar la presencia de embarcaciones siempre que se mantenga la distancia adecuada. Por ello, se ha convertido en uno de los grandes protagonistas de las excursiones de avistamiento de cetáceos en Tenerife.
Su comportamiento sereno permite observarlos sin alterar su rutina natural, siempre y cuando las empresas sigan las normas del avistamiento responsable, limitando el número de barcos y respetando los tiempos de observación.
Esta interacción respetuosa es un ejemplo de cómo el turismo puede convivir con la naturaleza, generando conciencia y apoyo a la conservación del entorno marino.
Un embajador de la conservación marina
La presencia del calderón tropical en las aguas canarias es un recordatorio de la importancia de proteger los ecosistemas oceánicos. Aunque su población en Tenerife es estable, esta especie enfrenta amenazas globales como la contaminación, el ruido submarino o las colisiones con embarcaciones.
Participar en un avistamiento responsable no solo ofrece la oportunidad de ver de cerca a estos gigantes del mar, sino también de apoyar proyectos de investigación y educación ambiental que contribuyen a su preservación.
El alma serena del Atlántico
Observar un calderón tropical en libertad es una experiencia que trasciende lo visual. Su calma, su elegancia y su presencia silenciosa nos recuerdan que el océano es un espacio vivo, lleno de inteligencia y equilibrio.
El calderón tropical, con su comportamiento social y su conexión familiar, representa el alma tranquila del Atlántico.
Protegerlo es proteger una parte esencial de la identidad natural de Tenerife y Canarias, un santuario donde el mar y la vida conviven en perfecta armonía.
